Hasta hace unos 4 días
llegó a mi conocimiento la existencia del Harlem Shake, iba oyendo la radio y
los locutores iban describiendo la manera en que se baila y el fenómeno, casi
viral, que ha suscitado. Picado en la curiosidad en mi primer rato libre tomé
mi computadora para ver el dichoso baile del Harlem Shake. Mentiría si dijera
que no me hicieron reír las locuras que muchos hacen en los videos que ahora
por montones inundan la red, todos quieren hacer su propia versión más grande,
más concurrida, más excéntrica.
Si leyeron hasta aquí
espero no haber decepcionado a los que esperaban un vídeo de los cardenales
votando junto a una botarga del Espíritu Santo, jejejejejeje, habiéndome
disculpado por tal decepción continúo. Aun siendo como soy, amante de la sana
diversión, de la música electrónica y hasta del suffle y tecktonik, hubo algo
en los videos que hizo ruido en mi mente desde el primer momento. Vi bastantes
videos y ciertamente, si algo es claro, es que no hay pasos establecidos, fuera
de un movimiento de manos que simula el acto sexual. La otra cosa clara es que
el parte aguas al segundo 15 entre el orden del primer momento y el literal
CAOS de la segunda tiene que ser perfectamente notorio y entre más
extravagante, populoso, caótico y desordenado mejor.
Como fenómeno del mundo,
ciertamente el Harlem Shake, no me asusta ni me preocupa en lo más mínimo, pero
hay algo que me hace prender una alerta en mi cabeza inquieta de cura
jejejejeje. El Harlem Shake se está distinguiendo por sus versiones; del
ejército, de un noticiero, de una aerolínea, de un colegio, academia, de
policías, bomberos y así a cada rato otro grupo social muestra su versión del
dichoso baile. Pregunta ¿Cuánto tardarán en aparecer las versiones de la
Iglesia?, tiene algo de malo que empiecen a aparecer títulos tales como:
“Church Harlem Shake”, “Vatican Harlem Shake”, “Cardinals before conclave
Harlem Shake version”, ”New Popes Harlem Shake”.
Algunos dirán que no, yo
no estoy tan seguro, el señor nos recuerda, “el mundo los odia porque no son del
mundo” (Jn. 15,18), Pablo recuerda “somos ciudadanos del cielo” (Fil 3,20).
¿Podemos como creyentes darle gusto al mundo y mostrar que estamos en perfecta
sintonía con él?, ¿Qué no queremos quedarnos atrás en la moda y subir a la red
nuestra versión? Que interesante hubiera sido oir al Jesús decir, “id por todo
el mundo, quien crea y baile el Harlem Shake se salvará” (Mc 16, 15) jajajaja.
No manchemos a la Iglesia con los usos y costumbres del mundo por favor.
No me asustaría de quien
en una fiesta, en su casa, en algo laico o civil lo hiciera, quizá hasta me
reiría. Pero no confundan, no es lo mismo que hacerlos como grupos de jóvenes,
como movimientos, como parroquias, como jóvenes o gente de Iglesia. Nuestra
identidad de nuestra fe y nuestra Iglesia no debe revolverse con esas cosas.
Eso hay que tenerlo claro.
Aunque comparto otras
cosas que no me dejan tranquilo sobre este “fenómeno social” que se extiende
rápidamente. Primero su esencia es ese salto, en el segundo 15, de
lo ordenado y cotidiano a lo caótico y extravagante. Pareciera una rebelión
contra lo cotidiano, contra lo ordenado, especialmente como instituciones
sociales, eso no creo que trasmita ningún valor positivo. Segundo, la ausencia
total de pasos fuera del meneo de manos simulando el acto sexual, aunque no
tiene pasos un hecho evidente que la mayoría tiende a movimientos obscenos que
evocan al sexo. Nada que compartamos como ideales cristianos, por lo tanto nada
para imitar por un católico.
Me despido recordando
que aún en la alegría, aún en el divertirse y disfrutar de la vida, aún en el
vivir como personas normales en esta vida, el creyente nunca será de este mundo
y aún en allí da testimonio. No sigamos modas pasajeras, sino la enseñanza
plena del Evangelio que trae esa Alegría plena. Y espero que el nuevo Papa no
nos espante con un Harlem Shake jajajajajaja. Hasta pronto. †
P.D. si te hizo reir o
pensar comparte
Tu muy bien padre! (:
ResponderEliminarVaya al Vaticano, y hagales el movimiento Matrix!
ResponderEliminarSaludos padre Amaro!
hola
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