17 de marzo de 2013

Un día como hoy volví a nacer



Hoy cumplo 2 años de Sacerdote, ¿estoy feliz? Claro que lo estoy, diré lo que digo siempre, llevo sólo 2 años y siento que llevo 20 jajajajaja. No lo digo con el pesar del que no aguanta el peso de su cruz y su ministerio, sino con el gozo de aquel al que Dios en poco tiempo le ha llenado de experiencias y momentos que parecieran llenar toda una vida.

Cuáles son las experiencias de la vida que sólo un sacerdote tiene el privilegio de gozar, trataré de compartirles algunas.

Sólo el sacerdote puede ver pasar delante de él en un solo día todas las etapas de la vida de una persona. En un primer momento estás acompañando a unos padres que vienen a presentar a Dios una vida que inicia, pero después estás acompañando a otros que están dando el último adiós de este mundo a una persona que les fue amada. Y en medio de estos dos acontecimientos, llega una pareja de novios a confesarse para contraer matrimonio, justo después de que alguien en momento de crisis viene a pedirte consejo para salvar su matrimonio. Puedes en el mismo día saltar con los niños de catecismo y luego tener que hincarte en una cama y gritarle al oído con todas tus fuerzas a un enfermo que eres el Padre y vienes a confesarlo, lo más curioso, el que se tiene que poner de rodillas eres tú porque a la persona su salud no le permite estar sino postrada. Es un tesoro que no me canso de disfrutar cada día, el ver pasar una vida humana completa delante de mis ojos en un solo día, a eso me refiero cuando digo que siento que llevo 20 años de sacerdote.


Otro regalo exclusivo para nosotros es el poder mandar almas directamente al cielo, ganarle al demonio en el último segundo un alma para toda la eternidad. (Lo siguiente entiéndanlo desde la sabiduría de Dios) una de las cosas que me hace más feliz es saber que la persona que fui a ungir y a confesar haya fallecido, porque ha podido llegar sin contratiempos ni purgatorio al cielo. El momento más bello que he vivido en este sentido es la vez que halle en la calle a un hombre que acababa de tener un infarto, paré el carro inmediatamente y fui a ofrecerle a su familia la confesión, no recuerdo su nombre, probablemente en su vida fue un creyente a medias pero pude salvarle su vida. No fui nadie en su vida terrenal, pero mis manos fueron para él la vida eterna.

El confesionario es también la ventana más hermosa que tengo al alma humana. Ciertamente todos los que pasamos por allí venimos cargados de pecados. Sin embargo es el confesionario una de las cosas que me sigue dando fe en este mundo, pues junto a las confesiones habituales, suelen haber no pocas de almas que están creciendo. Aún, y contra las predicciones del mundo, suelo escuchar “Padre, no he cometido pecados mortales pero quiero renovar mi gracia”, o el que te dice con alegría “padre, quiero confesar el mismo pecado, pero ya lo he hecho menos”, o el ir viendo como un alma que era enana poco a poco con la gracia y la eucaristía se va volviendo grande. Siento decirle al demonio y al mundo, aún quedan santos en este mundo, vienen a visitarme al confesionario.

Soy feliz siendo sacerdote y quiero seguir siendo las dos cosas hasta el día en que me muera. Sé que envejeceré, sé que poco a poco los vínculos con mi familia de carne se irán haciendo más débiles y que nunca podré echar raíces en una comunidad, pero mis verdaderas raíces están en el cielo y esas son eternas. La soledad es uno de los peores enemigos del sacerdote, pero no le temo, porque no veo a mi comunidad como fieles sino como mi verdadera familia. Tampoco olvido que no soy de este mundo, tengo a los santos, tengo a todas las almas que he mandado al cielo, tengo a Jesús en el sagrario y en mis manos, tengo a mis ángeles de la guarda y tengo la firme convicción de que es sacerdote no entra solo al cielo, se lleva de raite a muchos con él. Esa es una de las alegrías que espero el día que muera, el ver a todos lo que pude mandar al cielo esperándome en la entrada.

A las almas que antes que mi sacerdocio han tenido el disgusto de encontrarse con mi humanidad, pido perdón y pido a Dios que les mande un instrumento mejor que yo que sepa llevarles a el Señor. Como regalo de cumpleaños les pido dos cosas, que Dios me dé siempre el trato justo para cada alma y que el día que me vaya de este mundo pueda hacerlo con una gran sonrisa. ¡Gracias Señor por hacerme Sacerdote! †

2 comentarios:

  1. (y)
    Padre Alvaro
    Feliz Aniversario!!!
    Dios le bendiga en su vida y ministerio sacerdotal

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    1. gracias David por la felicitación... espero que Dios me siga conduciendo en este ministerio

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