23 de marzo de 2017

¡Ven, Bendito de mi Padre!

Ayer 22 de Marzo falleció en Culiacán mi Párroco de toda la vida, el P. Agustín, con 68 años de sacerdote por delante; no me fue posible asistir a sus funerales, pero quiero rendirle homenaje y honra a su vida y a su gloria con un artículo.  Aunque a decir verdad no me creo capaz de hacerle honor de manera completa.

Si pudiera resumir en una parábola lo que la vida sacerdotal del Padre Agustín representa para mí sería en la parábola de la levadura y la masa: “Jesús les contó otra parábola: «Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: la levadura que toma una mujer y la introduce en tres medidas de harina. Al final, toda la masa fermenta.»” (Mt 13,33). Para mí la vida del Padre ha sigo la encarnación de esta parábola; un sacerdote sencillo, “desapercibido”, de “puros sacramentos”. Pero que, en lo oculto, sin ruidos ha hecho fermentar toda la masa.

Para sorpresa de los que vivimos un ministerio sacerdotal lleno de activismo y lleno de proyectos, planes y reuniones, él logró un ministerio fecundo con poco de estas cosas. No lo recuerdo como un sacerdote de reuniones, de agenda, de plan diocesano de pastoral, de muchos grupos parroquiales. Era lo que algunas llamas negativamente “sacramentalista”, sin embargo este “sacramentalista” siempre tenía misas con gente, filas largas en el confesionario y para comulgar; siempre recuerdo que haya habido actividad de grupos juveniles.

Nunca lo vi haciendo grandes actividades de recaudación y sin embargo lo material nunca faltó (de hecho curiosamente lo material faltó hasta que faltó la confesión)  y como cereza del pastel de su tiempo de ministerio en la Parroquia surgimos 3 vocaciones sacerdotales (nos falta uno que seguimos esperando con cariño). Para mí como sacerdote es un gran ejemplo y lección de “buscar primero el reino de Dios” pues sólo le conocí dos grandes actividades pastorales, Sacramentos (sobretodo confesión y Unción) y Oración. Gracias por recordarme que no hace falta reinventar el hilo negro pastoral.

¿Cuál es el primer recuerdo que tengo del Padre Agustín desde que tengo memoria de él en la comunidad de Santa Rosa de Lima? Al Padre siempre sentado media hora antes de misa con la estola puesta y con cola para las confesiones y terminada la misa ponerse la estola para seguir confesando. La Segunda cosa que puedo recordar de él desde niño es que el templo SIEMPRE estaba abierto y siempre salía cunado le tocabas la reja de la casa.

Que cosas puedo recordar y celebrar de él, Un Sacerdote siempre dispuesto a una confesión (de hecho el inicio de mi conversión pasa por una confesión, muy a deshora con él), Un sacerdote siempre disponible para ver enfermos, para salir cunado le tocaban la puerta, que siempre tenía la puerta de la Iglesia abierta, que siempre tenía espacio para una intención más, que nunca las cobraba (y nunca faltaba!). Un Hombre de vida sencilla, sin lujos, sin excesos, con una claridad hermosa para corregirme cuando fue necesario y para enamorarme del ministerio. Su casa la recuerdo como una casa de todos, donde podía entrar una semana después, o 5 años después y ser recibido con el mismo cariño como si me hubiera visto hace media hora.

Le recuerdo muchos consejos, de palabra, como sacerdote (en vida muchos más): “la puntualidad en la misa es una regla de oro, nunca empieces tarde”; respecto a guiar: “el termómetro de una comunidad son las comuniones”; respecto a lo material “nunca andes pidiendo, nunca andes rechazando”; “ten siempre abierto el templo para que si no los puedes atender tú, los atienda el Señor”. Y uno de los que más le agradezco en unas vacaciones de seminario “te sentí frio, no te apagues”.


Me da muchísimo gusto que parta por fin a la casa del Padre, a celebrar el banquete eterno. Sólo pude hallar una foto con usted, donde estamos celebrando misa juntos como sacerdotes, espero un día podamos repetir esa foto en la vida eterna. Le pido que como broto nacido de su vocación interceda por mi alma y por mi comunidad. Me deja un gran recuerdo, un gran ejemplo y unos zapatotes para llenar. Hasta pronto, vaya a disfrutar de la gloria que merece una vida fecunda como la suya y permítame poder algún día alcanzarlo dignamente con un ministerio tan fecundo como el suyo. P. Agustín, ruegue por nosotros. †

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