Le estuve dando vueltas a como
regresar también a las anécdotas de la vida diaria de la parroquia, pues para
mi es un gran placer leerlas al tiempo y me vuelvo a reír de tantas cosas
hermosas que me van pasando día a día como sacerdote y también los días donde
todo el poder de mi sacerdocio y el de Dios se topan con la barrera de la
libertad que Él le dio a cada hijo.
Pues sí, el tiempo vuela y ya tengo
un año en esta mi segunda comunidad, la parroquia del Señor de la Misericordia
en el ejido Nuevo León, una parroquia rural en el valle de Mexicali a una media
hora de la ciudad. Dios me ha regalado en ella una comunidad hermosa, la forman
12 ejidos, cada uno con su capilla. Además estoy de vicario del padre Juan Hernández,
y no puedo dejar de darle gracias a Dios por haberme dado un párroco tan
ejemplar, trabaja mucho, no deja de ver por la comunidad en todo aspecto y
además hemos hecho una gran amistad y nos entendemos para el trabajo pastoral
sin necesidad de hablar mucho.