foto con mis hijos de Jornadas en el mismo lugar donde Dios se cruzó en mi camino |
Han
pasado tantas cosas en esta semana que no alcanzo a escribirlas todas, entre la
elección Papal y mi ordenación sacerdotal hay otros grandes acontecimientos que
no he alcanzado a escribir; pero hay etapas en la vida en que o la vivo o la
escribo y siempre escogeré vivir la vida, si no luego no podré escribirla.
Del
8 al 11 de marzo llevé a un congreso a Culiacán a un grupo de jóvenes de un movimiento
que estoy queriendo iniciar aquí en Mexicali, el Movimiento de Jornadas de Vida
Cristiana. Y el viaje por sí mismo fue toda una aventura y una serie de
Diosidencia en Diosidencia inacabable y me dio muchos regalos, recuerdos para
mi propia vida y un pequeño reencuentro conmigo mismo.
Desde
el inicio mi idea era contratar un camión para nosotros solitos con ayuda de
algunos bienhechores por allí, a la semana del viaje me llama el que me iba a
ayudar para decirme que todo se complicaba, que no consiguió toda la ayuda y
terminamos yéndonos en camión de línea, de ida hice amistad con los choferes y
el dueño del camión que iba allí, luego de las pláticas de todo y de nada
empezaron a abrir el corazón, el dueño del camión me contó de un muchacho que
de niño quiso como un hijo que ahora era sacerdote, resulta que yo conocía al
sacerdote, le di noticias de él y se puso contento, tenía 28 años que no lo
veía. El otro chofer resultó ser de Esquinapa como coincidió que al regreso sería el mismo camión el que no llevaría le encargué tamales de camarón para mis chamacos, íbamos
19 personas así que encargué 50 tamales para ellos y para regalar en Mexicali.
Llegamos
el 9 a Culiacán, con 5 horas de retraso y mi agenda hecha trizas jajajaja, pero
mi familia me ayudó a que todo saliera bien, pobres jajajaja, voy poco y ahora
que voy nomas los pongo a trabajar y a ayudarme a arrear chamacos por la
ciudad. Dejaré un poco de lado lo que pasó en el congreso en concreto y que los
chamacos regresaron a Mexicali enamorados del movimiento y de Culiacán, que aunque
ese era mi objetivo, Dios no se conformó con darme sólo eso.
Regalo I:
al final del primer día hicimos una gran caminata del lugar del congreso a “la Lomita”
un templo dedicado a la Virgen de Guadalupe que está construido sobre un cerro,
nos fuimos todo el camino cantando alabanzas a garganta abierta, allá me tomé
una foto con mis muchachos en el mirador y luego siguió un concierto de música
católica. Lo curioso de todo esto es como 12 años antes y casi en las mismas
fechas fue el momento en que me acerqué a Dios y (fíjense como Dios es un
maestro de los regalos) casi en las mismas circunstancias.
En
aquel tiempo (17 años), sintiendo una gran soledad me salí a vagar por la calle
sin rumbo llorando y cantando una canción que decía “nobody wants to be lonely,
nobody wants to cry” (lo sé, me miro ahora y hasta yo me río de la cursilería jajaja)
luego de caminar como 2 horas sin rumbo me fui a “la lomita” y allí en el mismo
lugar donde mis chamacos se tomaron la foto, fue donde sentí el deseo de darle
una oportunidad en mi vida para no estar solo, me vino una gran alegría y me
regresé a la casa, cantando con el mismo ritmo pero inventando la letra con la
alegría que llevaba, casualmente ese día camino a mi casa pasé por la parroquia
y me invitaron al grupo de jóvenes al ir pasando por la calle, ese día, ese
instante fue el antes y el después de mi vida.
Curioso
hoy 2013 regresé al mismo lugar a pie pero con rumbo, cantando pero sin lágrimas,
rodeado de mi familia la Iglesia, me tomaron una foto en el lugar donde un día
llegue en soledad ahora rodeado de mis hijos, y terminamos otra vez con música.
Me dijo Dios, mira Álvaro, te traje al mismo lugar que nos conocimos, ¿recuerdas
lo que me pediste? Te lo he dado todo, ahora sigamos adelante, ¿díganme como no
puedo seguir a un Dios tan grande?
Me
llena de gusto saber que me tomó 12 años entender como Dios me guió todo ese
tiempo, me recuerda no querer correr más rápido que sus planes.
Milagro II: tenía 2 años, desde mi ordenación, que mi familia no estaba reunida completa, ese
sábado que terminó el congreso volvimos a reunirnos, además me acompañaban mis
muchachos. Fuimos a la plaza de catedral, había banda y bailamos todos un rato,
mis papas y los muchachos del movimiento y al final nos tomamos una foto todos.
Esa era mi familia completa, mis papas, mis hermanas (con todo y novios) y mis
hijos (y nietos de mi mamá que se queja de que todavía no tiene nietos
jajajajaja). Gracias al Señor que me regaló también esta breve pero hermosa
reunión familiar.
Milagro III:
De regreso cuando estábamos esperando el camión en la central camionera sucedió otra cosa curiosa. El padre que conté arriba, que el dueño del
camión tenía 28 años sin ver estaba allí también esperando, lo saludé y
resultó que iba a tomar el mismo camión que nosotros. No le comenté nada,
esperé a que el dueño del camión se subiera en Mochis, pues no venía en el
camión. En la mañana en un retén donde no paramos les hablé a los 2 y le dije
al Señor, ¿don Lalo, no lo reconoce? Es el Padre Elihú, su niñito. Al señor se
le rodaron las lágrimas y se le aventó con un abrazote, me fui, ya había hecho
mi parte y nomas iba a hacer mosca al momento tan hermoso. Ya al rato platiqué
con el señor, iba contentísimo y le hice ver como Dios sabe prepararnos eso
regalos, me dijo -Padre, si usted no me hubiera dicho nos miramos y nos
seguimos de largo sin conocernos- . a veces los milagros son tan sencillos como
este al decir –ese es su niñito- o el de Juan el bautista al decir –ese es el
Cordero de Dios-, algo tan sencillo como ser puente entre personas.
Milagro IV (y último para no
enfadarlos): conocido como “la multiplicación de los mendigos”
jejejeje, llegamos a Santana y allí
decidimos desayunar, en cuanto bajamos (ciudad de paso a fin de cuentas) ya
estaban 2 personas pidiendo dinero. Bajamos a lo nuestro y yo saqué los tamales
de camarón para que los chamacos desayunaran pero resultó que casi nadie “traía
antojo” y se fueron a los tacos. Llegaron los mendigos y me pidieron dinero,
les dije –“no traigo pero de lo que tengo les doy” ¡habemus tamales!- jajajajajaja,
los agarragon con gusto, pero más al ver que eran de camarón, aunque según yo (para
risas de Dios) tenían dueño no quise ser cicatero y les di dos a cada uno. Se fueron
a comérselos. Luego no sé de dónde salió toda una digna comitiva de mendigos,
pipilis, borrachines, tecolines, trampas y deportados que venía por sus
respectivos tamales jajajajaja, no sólo hicieron cola sino que hasta repitieron
algunos. ¡bueno! Dije, los compré para mis hijos y mis amigos y ni modo que diga
que estos no lo son y agradeciéndole a Dios que me recordara que también ellos
son mi familia les di tamales hasta que se hartaron de comer.
Yo
tenía mis planes para esos tamales jajajaja pero recordé una ocasión que la
esposa de San Isidro Labrador le preparó con cariño una pierna de Ternerito que
le costó mucho conseguir para que este tuviera una comida especial, justo antes
de que llegara Isidro llegó un mendigo y le pidió de comer diciendo con algo de
cinismo ¿me esperaban? Y ella dice si, aunque sin saberlo al parecer y sin
remordimientos y con gozo ella le da la pierna de ternerito al mendigo. ¿Esperaba
a estas personas? ¡Claro! Aunque sin saberlo, ¿los tamales tenían un plan? ¡Claro!
Que Dios se carcajeara hasta las lágrimas cuando hice planes.
Este
fue nuestro pequeño viaje, no suelo escribir artículos tan largos pero quiero
que no se me pase ningún detalle, el viaje en sí mismos fue un reencuentro con
el momento en el que el camino de Dios y el mío se cruzaron, no quiero olvidar
todos los milagros y regalos que Dios me hizo en esos 4 días y esa lección que
me tomó 12 años aprender para que no necesite otros 12 para aprender otras.
Dios los bendiga. †
DIOS TE SIGA DANDO PARA REPARTIR
ResponderEliminarQue Bonito, Que Bonito, Que Bonito♥
ResponderEliminarMe dejo sin palabras padre:')
Padre es usted una persona muy especial y muy bendecida, lo admiro mucho por esa capacidad de entrega total al Seños, Dios lo sigua bendiciendo
ResponderEliminarme hizo llorar y ver k estamos rodeados de milagros y por andar con tantas cosas que no valen la pena ni nos damos cuenta, gracias por su testimonio que Dios lo siga bendiciendo.
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