Regresando
a los artículos en forma, con este artículo me gustaría cerrar todo el bloque
que estuve escribiendo acerca de la elección papal. Retomo el tema de las
opiniones, todos, TODOS tuvimos nuestra opinión, lo curioso es el ver como las
opiniones iban desde las realistas y moderadas hasta las más surrealistas y
dignas de un cuadro de Salvador Dalí o una película de Tim Burton.
Muchas
de estas opiniones carecían de todo fundamento o un mínimo de lógica, pero
ninguna careció de la seguridad del que opinaba como si fuera el fundamento de
toda verdad. Seguirá pasando, la Iglesia seguirá (a pesar de tantos), siendo
noticia y levantando polvaredas. Por eso señalo reglas para distinguir de donde
vendrán las peores opiniones y saber a cuales ni siquiera vale la pena tomarse
la molestia de tomar atención.
Los
padres de toda mala opinión son 3: siempre como madre la Ignorancia de lo que es en verdad la Iglesia y como padres el Odio, casi siempre imitado e
infundado y el Orgullo de
creerse autosuficiente o por encima de
Dios y de la Iglesia. Así que Ignorancia + Orgullo + Odio suelen dar a Luz una
hermosa opinión, por lo general inocentemente
equivocada como su madre, destructiva como su padre odio y además tan segura de
sí misma como su otro padre el orgullo, con una seguridad tal que pareciera
como dijo el salmo que “estuvo allí
cuando Dios creó los cimientos de la tierra”
Con
esto quiero hacerles ver que cuando la Iglesia vuelva a ser noticia y “lluevan”
literalmente las opiniones sepamos distinguir que les ha dado vida. ¿Hay
ignorancia en el que opina? Si, ¿lo motiva el odio? Quizá, ¿habrá algo de
orgullo en el que opina? Probablemente (de ese tan de moda orgullo que te hace
creer que hablar contra la Iglesia te hace moderno, culto e inteligente). Si
todas, o al menos una de las respuestas son afirmativas estamos ante una mala
opinión, contestemos en consecuencia tratando de sacar de la ignorancia a la
persona o desinflando un poco el odio o el orgullo. Si las tres son
afirmativas, lo las sabio es no tomarse el tiempo de considerar esas opiniones.
Ciertamente
los que somos fieles en ocasiones podemos ensuciar a la Iglesia con nuestra
humanidad, pero la Iglesia como buena madre no nos rechaza por ello como la
madre que no rechaza la suciedad o los accidentes de un bebe en sus brazos.
Quizá muchos puedan señalar defectos y “pecados” de la Iglesia, ciertamente.
¿Que opinar respecto a ellos? Dejaré hablar a alguien santo y más sabio que yo,
SS. Francisco: “No debo escandalizarme,
porque la Iglesia es mi madre: debo ver
los pecados y las faltas como si viera los pecados y las faltas de mi mamá. Y
cuando me acuerdo de ella, recuerdo sobre todo muchas cosas bellas y buenas que
hizo, no tanto de las faltas o de sus defectos. Una madre se defiende con el
corazón lleno de amor, antes de usar la palabra. Me pregunto si en el corazón
de muchos de los que entran en esta dinámica de los escándalos habrá amor por
la Iglesia.” Antes de atacar a nuestra por sus
defectos, recordemos que es una Madre y como tal amémosla y veamos sus
defectos.
Al
oír opiniones sepamos distinguir si nacen del odio e ignorancia y desoírlas o
ver si surgen del amor. En las “opiniones” que demos nosotros mismos
arranquemos toda semilla de orgullo y si descubrimos un hueco en nosotros allí
es donde debe ir el amor a la Iglesia como Verdadera Madre. †
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