10 de mayo de 2014

¿Y a mí quien me felicita?




Representación de la Iglesia como portadora de
la Salvación y los Sacramentos
Aprovechando el día de las madres y que todos presumen la madre que han recibido de Dios, celoso como suelo ser tampoco quiero quedarme atrás y presumir de la madre que he recibido de Dios. Primero que nada presumir mi madre biológica pues sin ella, tanto virtudes como debilidades no fuera yo quien he llegado a ser hasta el día de hoy; en segundo lugar, pero no menos importante presumirles a la Madre que Dios quiso regalarme en Su Propia Madre la Virgen María.

Me adelanto un poco recordando que ningún hijo sensato permite que critiquen a su Madre o que hablen mal de ella. Un hijo que de verdad tenga algo de gratitud conoce los defectos y limitaciones de su madre, sin embargo sabe amarla por encima de ellos y sabe que aún a esos defectos le debe todo lo que es y posee. En este sentido todo creyente medianamente bueno debe darle su lugar a su propia madre y a la Madre de Jesús que nos ha regalado.

Sin embargo hay una tercera Madre (poco felicitada hoy jejeje), tan importante como las anteriores pues así como de nuestra madre recibimos la vida biológica de esta hemos recibido la vida eterna por medio del bautismo, esta es Nuestra Madre Iglesia. Reconozcamos que así como nadie se dio a sí mismo la vida, sino que fue un regalo de Dios por medio de nuestra propia madre, de igual manera, el regalo de la vida eterna nadie lo ha podido recibir por sí mismo sino que nos ha sido dado de manos también de una madre, la Iglesia.

Respetamos a nuestra madre por el simple hecho de haber recibido la vida de ella ¿por qué no sabemos respetar a la Madre Iglesia con el simple hecho de haber recibido de ella el bautismo?

Explotamos de cólera cuando alguien habla mal de nuestra madre o que la insulta o suelta chismes con ligereza ¿Por qué callamos con vergüenza o hasta reímos y aplaudimos cuando se habla mal de nuestra Madre Iglesia?

Entendemos perfectamente que el amor de madre, el verdadero, puede en ocasiones manifestarse en forma de una severa corrección ¿entonces por qué reconocemos a la Iglesia madre siempre y cuando no “habrá la boca” y empiece con “sermones”?

Amamos a nuestra Madre aún con sus defectos ¿Por qué renegamos y dudamos de nuestra madre Iglesia en cuanto algún extraño le insinúa algún defecto?

¿Son estas las actitudes de un hijo? Para nada, recordemos no podemos amar a Jesús y ser frio o despectivos hacia la Iglesia que además, como recuerda Pablo, es esposa de Cristo (Cfr. Ef. 5,23). ¿Se puede ser amigo de alguien mientras se desprecia o ignora a su esposa por la que dio la vida? no se puede, no nos engañemos.

Representación de la Iglesia como
Madre de los bautizados
Es hora de comenzar a vivir como verdaderos hijos de la Iglesia de la que recibimos por el agua la vida eterna, amarla porque nos ha dado la vida, dolerse de sus defectos, pero no atacarla a causa de ellos. Ayudarla a ser más santa, pero nunca ventilar su debilidad a los extraños así como nadie difunde las debilidades de su madre. Un hijo goza con las alegrías de su Madre y llora con sus desgracias y sus pecados, pero la sigue amando. (y la felicita de pasadita en su día jejejeje)


Podemos sentirnos gente de Iglesia pero no ser más que unos “amigos” por conveniencia no de Jesús sino del poder que posee. Seremos verdaderos hermanos de Jesús, verdaderos creyentes sólo cuando de manera natural, las alegrías de la Iglesia sean nuestras alegrías y sus dolores y tristezas sean los nuestros.†

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