20 de mayo de 2014

Los Diamantes son eternos

        Una paradoja me ha andado rondando la mente, ¿Cómo puedo pertenecer a una Iglesia sabe ponerse de acuerdo ni en lo que defiende?, ¿Cómo puede ser verdadero lo que no es ni definible?. A toda acción de la Iglesia parece ya estar preparado como cliché alguna crítica o ataque ya prefabricado que, lo más curioso de todo, nunca se ponen de acuerdo más que en el hecho de que la Iglesia Católica es criticable. (¿Acaso tenemos exclusividad en el tema? jajaja)

        (pido disculpas de antemano si enredo a alguno en la lectura, he andado demasiado filosófico esta semana jajajaja, al menos por caridad con este pobre terminen el articulo jajajaja)

        Canonizan a dos papas ejemplares y de inmediato saltan los que quieren señalar que hay otros que “no lo fueron”. Damos vuelta a la página y tenemos a un papa pidiendo perdón en nombre de la Iglesia por sus errores y saltan aquellos que desean que se disculpe también por los males de toda la humanidad. Se aprueba un milagro o una aparición y no falta quien acuse a la Iglesia de supersticiosa y sentimental; se basa en las evidencias científicas en algún tema como el aborto y la tachan de frívola y legalista. Es misericordiosa y la acusan de encubridora, da normas de vida y la acusan de entrometida. Sinceramente ante este panorama no puedo menos que reírme. Si es atacada y tachada de falsa desde tantos ángulos distintos ¿no es precisamente la contradicción lo que un mentiroso evita a toda costa? ¿No es precisamente lo verdadero lo que puede ser  abordado desde muchos ángulos mientras la mentira siempre es eso, mentira?, ¿Lo verdadero puede adaptarse sin perder su esencia, mientras lo falso sólo puede aferrarse a una única máscara para sobrevivir?

        Sin embargo esos ataques precisamente son los que demuestran que la Iglesia es sólida y verdadera. Como el diamante sólo se sabe verdadero cuando no hay nada que pueda romperlo salvo otro diamante, precisamente la iglesia brilla verdadera a través de los golpes que ha sobrevivido a lo largo de los Siglos donde otras religiones e imperios han perecido sin dejar rastros. Precisamente que sea atacada de todos los ángulos, sea “desenmascarada” tantas veces y siga siendo ella misma, La Iglesia; que pueda a la vez ser tan tradicional y novedosa, tan sentimental y tan racional, tan lejana de la vida ordinaria y al tiempo tan cotidiana es lo que me hace saber que es verdadera. Al final, cada crítica la hace brillar por un ángulo distinto.

        Mi otra pregunta para los que cuestionan de la Iglesia es ¿cuestionan con la misma intensidad otras iglesias, otras filosofías?, creo que todo hombre honesto y maduro debe en algún momento cuestionar sus creencias (incluido el cristianismo). Pero no es honesto ni maduro el hombre que cuestiona con más dureza una creencia que otras, que cuestiona con dureza lo que considera ajeno y es blando con su propia creencia.

        Pregunto honestamente ¿sobreviviría cualquier otra religión al menos a 100 años de los que ha sobrevivido la Iglesia Católica? ¿Lograría cualquier corriente filosófica sobrevivir a 200 años a u fuego cruzado de debates y cuestionamientos? ¿Podría la sectita de turno sobrevivir 100 años siendo blanco del ataque sistemático de todas las otras sectas?

        Creo que en el fondo todas las filosofías y sectas prefieren que la Iglesia siga recibiendo palos de todos los ángulos porque ninguna de ellas sobreviviría ni un solo siglo siendo ella el blanco.

        Cualquier joya falsa es capaz de brillar en un pedestal o en una corona (siempre y cuando nadie la mire demasiado cerca, o la sostenga demasiado tiempo). Sólo a una joya verdadera se le considera digna del martillo y de la lija. Aun la creencia más absurda puede sobrevivir si se le monta un pedestal donde no se cuestione; sólo la Iglesia Verdadera puede ser digna de vivir donde cada día llueven los martillos y los yunques, además esos son los que le dan su hermoso brillo jejejeje.


        Católicos, tenemos en nuestras Iglesia un diamante verdadero, no tengan miedo de que sea probado, no sean tan ciegos como para venderlo por joyería de fantasía sólo porque temen ser probados. †

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