14 de mayo de 2014

Aventuras de la Sotana Voladora y una Rata de Biblioteca

        Habiendo sobrevivido a la semana santa, y luego de un merecido día de relax en la ruta del vino rodeado de buena compañía, pizza cocida a leña, vino del lugar y el viento y la luz mezclada entre los árboles las aventuras han sido más tranquilas, aunque no necesariamente más pequeñas.

        Junto con los jóvenes del grupo de Jornadas, fui los primeros días de mayo a un congreso nacional del movimiento, fue una buena experiencia porque ellos que se sentían un pequeño movimiento desconocido y luchando solos contra el mundo se dieron cuenta de que son parte de dos cosas más grandes que ellos mismos (nomas íbamos 8): un movimiento nacional donde los puros dirigentes, que eran los que fueron al congreso eran casi 1000; y una Iglesia que trabajo no sólo en un ejido sino en todo lugar.

Para mí la experiencia fue bella por dos cosas: primero, éramos 8 sacerdotes los que asistimos al congreso y casi los 900 chamacos tuvieron la brillante idea de quererse confesar, así que los primeros dos días los pasamos casi en todo momento confesando, si hacen división nos tocaban más de 100 por padre. En segundo lugar, los sacerdotes congeniamos casi inmediatamente, se hizo un grupo de convivencia y plática muy ameno y enriquecedor, cosa que con poca frecuencia sucede tan rápido y tan espontáneamente; no desaprovechamos el tiempo y planeamos lo que nos correspondía a nosotros mismos dentro del movimiento.

La Sotana voladora por fin ha cobrado vida, el lunes me pidieron bendecir un local de comida en el ejido, tuve la brillante ocurrencia de irme en bicicleta jajajajaja (y lo haría de nuevo), la bendición pasó sin nada fuera de lugar, luego de ella me sirvieron un omelette que era la especialidad de la casa y que entre charla y charla misteriosamente desapareció de mi plato. El asunto fue de regreso, tenía que cruzar la carretera, lo que implica subir y bajar un montículo de tierra, y al bajarlo toma que la bicicleta se me derrapa y con sotana y todo salí disparado de boca por los aires jajajajaja, gracias a Dios alcancé a meter las manos y amortiguar la caída jajaja. Conclusiones: sigo recordando la escena y la única teoría probable es que el exceso de peso que llevaba (el omelette) fue el causante de todo; segunda conclusión, que nadie me vió porque hace 4 días de eso y nadie me ha dicho nada, si un mitote en el ejido no te llega en 4 días es que no se enteró nadie jajajajaja; tercera conclusión, dar gracias de que Dios no tenga cuentas ni de “face” ni de “youtube”, porque que fotos y videos de uno no subiría para divertirse jajajajaja.

Estas últimas dos semanas que la vida parroquial ha estado algo tranquila las he aprovechado para el placer del estudio. Mi secretaria concuerda en que soy un anciano de 100 años en un cuerpo de 30 años, y es que la escena de ponerme a estudiar de por sí es ya digna de risa: escritorio antiguo con patas en espiral; lámpara de los años 50, tetera del sombrerero loco llena de té de hoja entera acompañada de una taza victoriana, la laptop con “la Flauta Mágica” o “el Barbero de Sevilla” que han sido buenos compañeros de lectura, un gato negro de 7 dedos por pata dormido a mis pies y el libro de turno en las manos. Si la escena de por sí es rara lo que la hace más rara es el ejemplar que lee en medio de ella jajajaja.


Ayer Martes recibí un libro que tenía días esperando como un niño, Ortodoxia de G.K. Chesterton, una preciosísima apología de la tradición y la ortodoxia hecha por uno de los más hermosos genios del s.XX. Lo he leído despacio, con deleite y sin querer que se acabe; me ha hecho derramar lágrimas, no las lágrimas de un sentimentalismo, sino las lágrimas que brotan de contemplar la belleza de ideas no solo profundas sino armónicas con la realidad misma. En un párrafo puede mezclar la vida cotidiana, la perfección del lenguaje, la profundidad de la teología y la inocencia del niño con la genialidad de un artista no del lenguaje, sino del vivir. ¿Cómo no voy a disfrutar a un escritor que exalta al mismo tiempo las tradiciones, la teología, la locura (mas cuerda que la razón), la inocencia infantil, la debilidad humana, el cristianismo, y la buena comida? Bueno, me despido porque ya me está brotando la rata de biblioteca que llevo dentro, hasta pronto jajajaja. †

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