12 de febrero de 2013

Cuando los Papas “tiran la Toalla”


        Creo que con los dichos acontecimientos del 11 de febrero son necesarias unas palabritas respecto al tema. Primero que nada advertir a los creyentes que abundarán las teorías más ridículas y fantasiosas, pues el odio, la soberbia y la ignorancia juntos, suelen tener muy abundante (no buena) imaginación.

        Hay que saber leer los acontecimientos  de la historia entre líneas y en su contexto para no perdernos en el mar de chismes. Primero, si el espíritu santo mantiene adelante a la Iglesia y no la abandona cuando los papas mueren, ¿por qué abra de abandonarla cuando el Papa vive todavía?. Segundo, El Papa seguramente no ha tomado esta decisión, porque le vino la idea hace unos días, lo debe haber pensado mucho y preparado a la Iglesia para ello; no por nada ha convocado a -año de la Fe-, precisamente ahora que las mentiras y los chismes llueven sobre la verdad de la Iglesia como una tormenta.


        Por otro lado hago memoria y un poco de investigación, el papa Benedicto XVI no es el primero en abdicar (esa es la palabra correcta), ha habido 6 antes y curiosamente tres de estos son santos y dos mártires. Lo interesante es conocer los motivos por los que han abdicado y no asustarse de que el papa “renuncia”.

En los 5 primeros siglos de cristianismo, San Clemente (s.I), San Ponciano (s. II) y San Silverio (s.V), abdicaron cuando fueron mandados al destierro pues ellos mismos dijeron que desde el destierro no podían guiar adecuadamente la barca de Pedro y dejaron la sede para el siguiente sucesor de Pedro.

        Benedicto IX (s. XI) desde joven fue impuesto en la sede de pedro por presiones política, después de eventos que no tengo espacio para relatar, abdicó para que las fuerzas políticas que lo impusieron perdieran poder y no siguieran dañando a la Iglesia. En mi opinión una acción más valiente y difícil que seguir delante de la barca pero dañándola.

        San Celestino V (s. XIII), era monje eremita (viven en soledad y penitencia perpetua), elegido papa después de un cónclave de más de 2 años donde facciones políticas (no siempre cardenales) no se ponían de acuerdo. Lo eligen para ser un papa “manejable”, al darse cuenta de la intención de estos y de que carecía, por su vida de monje, de las cualidades para sortear intrigas políticas abdica y regresa a su vida de soledad. Lo sucede Bonifacio VIII, luego de un cónclave de un día, un gran papa que tuvo las dotes para guiar a la Iglesia en un periodo sumamente complicado, comparto además que su vida me apasiona, confieso que su tumba fue la única de roma que me hizo derramar lágrimas por un papado tan complicado.

        Gregorio XII (s. XV), papa del periodo del cisma de occidente, época donde coexistieron a la vez 3 papas, los otros 2 ilegítimos (quieren conocer la historia, investiguen). Era el único de los 3 que tenía derecho legítimo a ser Papa, el único que no estaba obligado a renunciar a la silla de Pedro, y a su vez el único que estuvo dispuesto a ceder a sus “derechos” por el bien de la Iglesia. Abdica y los antipapas son destituidos, con ello dio fin al cisma de occidente y salvó a la Iglesia de dividirse internamente. Nos enseña que primero está el bien de la Iglesia que los planes personales.

        Benedicto XVI (s.XXI) el Papa ha presentado sus motivos y no es mi deber ni incumbencia discutirlos o contradecirlos, pero he visto que todos los Papas que lo han hecho, lo han hecho viendo al mayor bien de la Iglesia, y que esto no les privó ni de la santidad, ni del regalo del martirio. Oremos por el Papa, seamos fieles a la Iglesia y desoigamos la lluvia de “opiniones” de gente sin fe, sea o no “de Iglesia”

        Por último, para los que somos muy prontos para emitir juicios, una comparación entre San Celestino V y la situación actual. Celestino fue contemporáneo de Dante (casualmente hace una semana leí la divina comedia) y Dante lo coloca en el infierno de los faltos de carácter, los, palabras de Dante, “inútiles y neutrales”, todo esto por haber abdicado a la sede. Sin embargo la historia y la Iglesia lo colocan entre los santos y el tiempo deja ver que su decisión, a la larga, favoreció a la Iglesia. 

          Así que no queramos tomar juicios adelantados; el tiempo y la Iglesia darán su razón, cuando nuestros “pareceres” y críticas se hayan enfriado, confiemos en el Santo Padre, que no olvidemos que brilla por su inteligencia y que esta no le ha abandonado. Por los que lo critiquen, tengan paciencia dicen por allí: “la Iglesia celebra el funeral de todos los que la daban por muerta”, jajajajaja hasta pronto. †

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