En
medio del bombardeo moderno de “derechos”, “libertades” y “conquistas” en el
que nos hemos visto envueltos me ha venido a la mente una reflexión interesante
(según yo). Cada semana hay una “novedad” de las bondades del mundo, que
aprobaron el aborto en tal país, que en este otro ya se puede fumar marihuana;
que en aquel los homosexuales ya se pueden casar y ahora vamos a la conquista de la adopción y
que en alguno celebran que ya se prohibió hablar de Dios en la vida pública.
Y
en medio de todo este estira y afloja de “derechos” sólo una voz sigue en pie,
sólo un personaje sigue desafinando en medio de la modernidad del mundo, la
Iglesia Católica. Para lo que poco conocemos de historia de la Iglesia, no es
una novedad eso de que la Iglesia “desafine” con el resto de las ideas de la “época”,
la verdadera Iglesia siempre ha desafinado, aunque por motivos distintos, pues según cambian los tiempos se ponen de moda
mentiras distintas. Así en cada época la Iglesia ha tenido que defender
alguna verdad que se atacaba en ese tiempo.
En
la Edad antigua (durante 800 años), la Iglesia se dedicó a defender y entender
la divinidad de Dios, y a dar explicaciones a los errores que se cometían al
entender la divinidad, pues todo error de
pensamiento desemboca siempre en un error en los actos. Así los concilios
se dedicaron a explicar que había un solo Dios en tres personas distintas, que
sólo la 2da persona se encarnó real y verdaderamente, verdaderamente Dios y
verdaderamente hombre, dos naturalezas, la humana y la divina, unidas en la persona
de Jesús sin mezcla, confusión, división ni separación. Disculpen la clase de
cristología, jejejeje, sin embargo ese párrafo costo 700 años de reflexión de
muchos teólogos. El Credo, es un fruto maduro donde los creyentes proclamamos
como se deben creer las verdades de la Iglesia.
Sin
tratar de explicar todo (es imposible aclarar “leyendas negras” en un párrafo),
la Iglesia continuó los siglos venideros “desafinando” por motivos distintos. En
la Edad media, la lucha fue siempre por un equilibrio entre los derechos de los
reyes y los de la Iglesia como camino de salvación, entre los límites del poder
temporal y del poder espiritual y en recordar la autoridad del Papa por encima
de los demás obispos. En el Renacimiento (otra vez sin espacio para muchas
cosas) el “desentono” fue al recordad a los nuevos hombres de ciencia, que la
verdad de la ciencia no está peleada con la verdad de la fe ni puede ponerse
por encima de Dios; a la vez que del otro extremo, recordaba a los fanáticos y
puritanos que la fe es razonable y debemos esforzarnos por usar la ciencia y la
razón para fortalecer la fe. Todo esto abarca un pequeño arco de tiempo de poco
más de mil años.
A
mi ver, en los últimos 75 años el campo de batalla de la fe se ha centrado en
una área distinta. Ya no es defender la Divinidad de Dios como en la antigüedad,
sino que la cerrazón del hombre ha llegado a tal que la Iglesia ahora lucha por
recordad y defender la Divinidad que hay en el Hombre. Hemos olvidado que somos
imagen de Dios, que hay algo inmortal y divino en nosotros y que por ello
debemos tratarnos como hijos de Dios.
Hemos
caído tan bajo en la ceguera de la humanidad que lo que tenemos que defender no
es si Dios tiene tres personas, sino que si la vida que está por nacer el
Persona. La cuestión ya no es si Dios da y quita la vida, sino si la misma
Madre, la da o la quita a su propio hijo. Ni nos viene a la mente si Dios se
hizo hombre, ahora la moda es que el hombre sea mujer y la mujer hombre, no nos
interesa si Dios nos hizo hombre y mujer, sino hacer todas las mezclas posibles
de “pareja” o “Familia”, como si nuestra naturaleza fuera un rompecabezas. Ya no
importa si la Escritura es Palabra de Dios, sino que cambiar una palabra
nuestra de “feto” a “células” hace un asesinato una libertad. Hoy podemos decir
que un animal es persona y nos aplauden, pero pobre de decir que un embrión lo
es porque nos comen.
En
fin, esa es la lucha de los verdaderos creyentes de nuestra época, defender la “Divinidad”
que hay en el hombre y como esta debe ser entendida y vivida. Y así como la
Iglesia antigua en el Credo nos dejó el fundamento de las verdades de Dios, si tuviéramos
que hacer un Credo sobre la “Divinidad” del hombre, creo que iría algo así:
Creo en el Hombre, que es persona.
Creado a imagen y semejanza de Dios,
desde el inicio de su concepción natural, hasta la muerte natural.
Creo que la vida del hombre, por venir
de Dios, es eterna y es siempre digna de ser vivida en todas sus etapas y circunstancias
sociales, familiares o de salud.
Creo que Dios los creó hombre y mujer no
sólo en lo sexual, sino en lo psicológico, lo emocional y espiritual. Que son
complementarios y que el hombre solo puede complementarse y realizarse con una
mujer y la mujer a su vez con un hombre. Y que solo pueden completarse cuando
se abren a la fecundidad natural de sus cuerpos.
Creo que el hombre que busca
realizarse en otro hombre pervierte su naturaleza y que la mujer que busca
realizarse en una mujer hace lo mismo. Creo que el que cambia su sexo niega en
el la capacidad de ser feliz pues ha roto el diseño divino que había en él.
Creo que el animal no es persona, y no
tiene derechos en sí mismo, sino que es parte de la creación y que si debe ser
cuidado, querido, protegido es porque es una creatura preciosa que el hombre
debe proteger como regalo divino. Creo que quien otorga al animal “derechos”
que le niega al ser humano ha pervertido su naturaleza y su mente; pero quien
cuida al animal como una creatura encomendada al hombre ha entendido que es
regalo de Dios.
Creo en la familia natural, única sociedad
donde el hombre puede realizarse como hombre, creo en los valores eternos que
siempre estarán por encima de los bienes materiales y económicos, Creo que todo hombre
es mi hermano y también goza de estos derechos por tener la misma divinidad.
Creo que negar al hombre el derecho a hablar de Dios es negarle el derecho a hablar de su propia historia y sus raíces y negarle su misma esencia. Amen.
Si
“desentono” con algunas ideas de moda, lo siento, como católico no puedo
desentonar con la Iglesia y todo creyente debiera hacer conciencia de que la
mentalidad de la Iglesia no es de este mundo, y mientras el mundo sea mundo la
Iglesia seguirá siendo Iglesia y no encajará en las modas sino en la vida
eterna.
muy cierto todo lo que dice padre y si deberiamos ser mas consientes en eso sin enmbargo muchos de los seres humanos lo dejamos por un lado o simplemente lo ignoramos sin defender lo que por naturaleza somos
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