15 de junio de 2013

¿Un nuevo Credo para el hombre?



En medio del bombardeo moderno de “derechos”, “libertades” y “conquistas” en el que nos hemos visto envueltos me ha venido a la mente una reflexión interesante (según yo). Cada semana hay una “novedad” de las bondades del mundo, que aprobaron el aborto en tal país, que en este otro ya se puede fumar marihuana; que en aquel los homosexuales ya se pueden casar  y ahora vamos a la conquista de la adopción y que en alguno celebran que ya se prohibió hablar de Dios en la vida pública.

Y en medio de todo este estira y afloja de “derechos” sólo una voz sigue en pie, sólo un personaje sigue desafinando en medio de la modernidad del mundo, la Iglesia Católica. Para lo que poco conocemos de historia de la Iglesia, no es una novedad eso de que la Iglesia “desafine” con el resto de las ideas de la “época”, la verdadera Iglesia siempre ha desafinado, aunque por motivos distintos, pues según cambian los tiempos se ponen de moda mentiras distintas. Así en cada época la Iglesia ha tenido que defender alguna verdad que se atacaba en ese tiempo.


En la Edad antigua (durante 800 años), la Iglesia se dedicó a defender y entender la divinidad de Dios, y a dar explicaciones a los errores que se cometían al entender la divinidad, pues todo error de pensamiento desemboca siempre en un error en los actos. Así los concilios se dedicaron a explicar que había un solo Dios en tres personas distintas, que sólo la 2da persona se encarnó real y verdaderamente, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, dos naturalezas, la humana y la divina, unidas en la persona de Jesús sin mezcla, confusión, división ni separación. Disculpen la clase de cristología, jejejeje, sin embargo ese párrafo costo 700 años de reflexión de muchos teólogos. El Credo, es un fruto maduro donde los creyentes proclamamos como se deben creer las verdades de la Iglesia.

Sin tratar de explicar todo (es imposible aclarar “leyendas negras” en un párrafo), la Iglesia continuó los siglos venideros “desafinando” por motivos distintos. En la Edad media, la lucha fue siempre por un equilibrio entre los derechos de los reyes y los de la Iglesia como camino de salvación, entre los límites del poder temporal y del poder espiritual y en recordar la autoridad del Papa por encima de los demás obispos. En el Renacimiento (otra vez sin espacio para muchas cosas) el “desentono” fue al recordad a los nuevos hombres de ciencia, que la verdad de la ciencia no está peleada con la verdad de la fe ni puede ponerse por encima de Dios; a la vez que del otro extremo, recordaba a los fanáticos y puritanos que la fe es razonable y debemos esforzarnos por usar la ciencia y la razón para fortalecer la fe. Todo esto abarca un pequeño arco de tiempo de poco más de mil años.

A mi ver, en los últimos 75 años el campo de batalla de la fe se ha centrado en una área distinta. Ya no es defender la Divinidad de Dios como en la antigüedad, sino que la cerrazón del hombre ha llegado a tal que la Iglesia ahora lucha por recordad y defender la Divinidad que hay en el Hombre. Hemos olvidado que somos imagen de Dios, que hay algo inmortal y divino en nosotros y que por ello debemos tratarnos como hijos de Dios.

Hemos caído tan bajo en la ceguera de la humanidad que lo que tenemos que defender no es si Dios tiene tres personas, sino que si la vida que está por nacer el Persona. La cuestión ya no es si Dios da y quita la vida, sino si la misma Madre, la da o la quita a su propio hijo. Ni nos viene a la mente si Dios se hizo hombre, ahora la moda es que el hombre sea mujer y la mujer hombre, no nos interesa si Dios nos hizo hombre y mujer, sino hacer todas las mezclas posibles de “pareja” o “Familia”, como si nuestra naturaleza fuera un rompecabezas. Ya no importa si la Escritura es Palabra de Dios, sino que cambiar una palabra nuestra de “feto” a “células” hace un asesinato una libertad. Hoy podemos decir que un animal es persona y nos aplauden, pero pobre de decir que un embrión lo es porque nos comen.

En fin, esa es la lucha de los verdaderos creyentes de nuestra época, defender la “Divinidad” que hay en el hombre y como esta debe ser entendida y vivida. Y así como la Iglesia antigua en el Credo nos dejó el fundamento de las verdades de Dios, si tuviéramos que hacer un Credo sobre la “Divinidad” del hombre, creo que iría algo así:

Creo en el Hombre, que es persona.

Creado a imagen y semejanza de Dios, desde el inicio de su concepción natural, hasta la muerte natural.

Creo que la vida del hombre, por venir de Dios, es eterna y es siempre digna de ser vivida en todas sus etapas y circunstancias sociales, familiares o de salud.

Creo que Dios los creó hombre y mujer no sólo en lo sexual, sino en lo psicológico, lo emocional y espiritual. Que son complementarios y que el hombre solo puede complementarse y realizarse con una mujer y la mujer a su vez con un hombre. Y que solo pueden completarse cuando se abren a la fecundidad natural de sus cuerpos.

Creo que el hombre que busca realizarse en otro hombre pervierte su naturaleza y que la mujer que busca realizarse en una mujer hace lo mismo. Creo que el que cambia su sexo niega en el la capacidad de ser feliz pues ha roto el diseño divino que había en él.

Creo que el animal no es persona, y no tiene derechos en sí mismo, sino que es parte de la creación y que si debe ser cuidado, querido, protegido es porque es una creatura preciosa que el hombre debe proteger como regalo divino. Creo que quien otorga al animal “derechos” que le niega al ser humano ha pervertido su naturaleza y su mente; pero quien cuida al animal como una creatura encomendada al hombre ha entendido que es regalo de Dios.

Creo en la familia natural, única sociedad donde el hombre puede realizarse como hombre, creo en los valores eternos que siempre estarán por encima de los bienes materiales y económicos, Creo que todo hombre es mi hermano y también goza de estos derechos por tener la misma divinidad. 

Creo que negar al hombre el derecho a hablar de Dios es negarle el derecho a hablar de su propia historia y sus raíces y negarle su misma esencia. Amen.


Si “desentono” con algunas ideas de moda, lo siento, como católico no puedo desentonar con la Iglesia y todo creyente debiera hacer conciencia de que la mentalidad de la Iglesia no es de este mundo, y mientras el mundo sea mundo la Iglesia seguirá siendo Iglesia y no encajará en las modas sino en la vida eterna.

1 comentario:

  1. muy cierto todo lo que dice padre y si deberiamos ser mas consientes en eso sin enmbargo muchos de los seres humanos lo dejamos por un lado o simplemente lo ignoramos sin defender lo que por naturaleza somos

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