La Vecina Metiche

Me levante tan feliz ese día, un día antes acababa de recoger mi credencial de elector y el carnaval de Mazatlán comenzaría en dos días. Todo estaba listo, sólo faltaba una cosa, pedirle dinero a mi papá, y listo, Mazatlán allá vamos, una semana de locura. Me apure para alcanzar a mi papá antes de irse al trabajo, me senté junto a él como siempre y le dije: ― papá, mis amigos me invitaron al carnaval, pero necesito que me des dinero para poder ir ― , −¿cuantos dias?− me dijo, −una semana−, ―no podemos hijo, sabes que las cosas no han estado fáciles este año, discúlpame―, me levante enojado de la mesa y no quise escuchar mas, ¿Cómo era posible que no me diera nada para ir? Si nunca antes le había pedido nada, me fui enojado al cuarto y espere que se fuera a trabajar para irme a la escuela.

Salí a la escuela, aún enojado y pasé por la tienda a comprar una coca para el camino. La tendera me ve y me dice −Álvaro, ¿y esa cara?― nada, que mi papa no me dejó ir al carnaval que disque porque no hay dinero. −¿eso te dijo?− mira el hombre que codo. ¿Por qué, sabe algo?, − pues justo ayer tu mama me estaba contando que tenían por allí unos ahorritos que tu papá estaba guardando desde hace tiempo− ¿Cómo, y a mi me dijeron que no tienen nada?, −pues ya ves, como son, no es justo que no dejen a un joven vivir su vida, yo te lo digo en confianza porque me importas mucho y quiero ayudarte− le di las gracias por ser tan comprensiva conmigo y me fui

Todo el camino a la escuela en el camión pensé en lo que me dijo la vecina, yo tenía derecho a usar ese dinero, nunca le había pedido nada a mis papas, era algo justo que yo pudiera disfrutar del carnaval. Si el dinero está en la casa sólo podía estar en un lugar; arriba del ropero de mi papa, donde arrumbaba las cachuchas que le regalaban y no le gustaban. Lo tomaría mañana y alcanzo a los plebes en la central camionera.

El siguiente día espere a que mis papas se fueran, entre a su cuarto, ellos nunca le habían puesto llave a nada en la casa, ni a sus roperos. Abrí el ropero y me apoye en un cajón para alcanzar el lugar donde debía estar el dinero, y sí, allí estaba una caja llena de billetes, mi pasaje a ese viaje al que tenia derecho. Lo tomé sin pensar y salí de la casa feliz, al fin, el carnaval a solo dos horas de distancia en el camión.

Fue una semana increíble, disfrute al máximo, rentamos una camioneta para pasear por el malecón con la banda a todo volumen, la hielera siempre llena, los antros en la noche con mesa privada y botellas extranjeras, ropa nueva, era el héroe de mis amigos. La experiencia de no preocuparse por cuanto cuestan las cosas es única, sentía el mundo a mis pies.

Regrese a mi casa después de una semana con una enorme satisfacción, me sentía pleno, realizado, no tenia miedo de enfrentar a mi padre, solo tome lo que él egoístamente me había negado, me había mentido diciendo que no había dinero para esas cosas, el que estaba mal era el porque me había mentido.

Encontré a mis padres en la sala cuando llegue, mi papa cabizbajo me pregunto − ¿hijo por que lo hiciste?− estaba en mi derecho, usted me mintió diciendo que no había dinero para esas cosas, gracias a Dios la vecina me abrió los ojos, ella si me entiende. − ¡pero hijo!, es cierto, ese dinero era tuyo, pero no sabes para que lo estaba guardando yo, ese dinero lo ahorre desde hace tiempo para que tu pudieras irte a la ciudad de México a cumplir tu sueño, estudiar arqueología, y además, un extra porque quería regalarte un carro para que tuvieras en que moverte allá, pero ahora todo eso no va a ser posible porque tu tomaste ese dinero −

Yo comencé a llorar, nunca pensé que mi papa tuviera en cuenta mi sueño de ser arqueólogo, y menos que ahorrara para cumplirlo. Corrí y lo abracé y le pedí perdón llorando. El me dijo: − mas que haberte gastado el dinero me duele que hallas dudado de mi y hallas confiado mas en otras personas que lo que realmente querían era arruinar tus sueños porque te tenían envidia. Si no te dejé ir a ese viaje es porque estaba preparando algo mejor para ti, pero para eso era necesario que nos privásemos todos de algunos lujos como ese. Con mucho sacrificio puedo juntar de nuevo lo de la universidad pero el carro no será posible, discúlpame hijo, al menos espero que tu viaje halla valido la pena.

Lo mismo que sucede en este cuento pasa cuando desconfiamos de Dios y vamos a que nos echen las cartas o nos lean la suerte para saber que es lo que nos depara el destino, o cono hacerle para tener mas dinero, suerte en el amor o conseguir otras cosas. Renunciamos a las sorpresas que Dios nos está preparando, y dudamos de él depositando la confianza en alguien que “queriendo ayudarnos” en realidad nos esta arrancando el plan que Dios tiene para cada uno. De la misma manera a Dios no le duele que busquemos ser felices o disfrutar las cosas, sino que dudemos de el y le entreguemos la confianza a otros.

De la misma manera que en la historia, Dios busca una manera de darnos lo que nosotros mismos arruinamos, pero como nos hizo libres, algunas veces tiene que dejar que afrontemos las consecuencias de nuestras acciones. Y el demonio es esa vecina metiche que anda por allí buscando, “porque nos aprecia y quiere que seamos felices”, arruinar el plan que Dios nos preparó

Sólo invito a que pongan la confianza en Dios y el plan que el nos tiene preparado a todos y lo vivamos con confianza y alegría. Por ejemplo, en su momento yo no entendí todas las cosas que sufrí cuando me pidieron dejar el seminario de Culiacán, pero sin esos momentos difíciles dios no me hubiera podido dar otros regalos como venir a estudiar a Roma. Bueno ya basta de mis historias. A confiar en Dios y pedirle que nos de la fe para aceptar el plan que el tiene.