¡Lo
digo en verdad! Necesitamos bautizar de
nuevo a La muerte que anda un poco desubicada y se le olvidó su lugar en el
mundo y en la Iglesia. Hace tiempo la Muerte Corporal era también fiel y devota
feligrés de la Iglesia católica, tan devota que San Francisco de Asís mismo la
alaba. La Muerte, tenía un lugar propio en la vida de la iglesia para ella que
le daba todo el valor y respeto que merecía. ¿Cuál era ese lugar privilegiado de la Muerte? A los pies de Cristo Resucitado,
derrotada y con sus alas y guadaña rotas por tierra.
Pero
llegamos la generación de creyentes de Juguetito, “made in china” que a la
primera nos rompemos, que todo nos asusta y nos puede, que sólo nos gusta lo
bonito y dulzón y nos incomoda lo feo. Y algún innovador entre la bola (seguramente
de cura para arriba) pensó: “se ve muy
bonito Jesús resucitado, pero ese esqueleto de abajo lo hace ver muy feo, hay
que quitárselo”.

Y tanto miedo nos dio pensar en la muerte que sin darnos cuenta terminamos por no pensar nunca en la resurrección. Quitamos a la muerte para que no “estorbara” la resurrección de cristo; pero ¡oh sorpresa!, resulta que había resurrección precisamente porque hay muerte y negarle a la muerte, su privilegio de estar a los pies de Cristo terminó por negar para los que morimos nuestro privilegio de estar con el que Resucitó.
Y ahora la muerte, corrida de la Iglesia
católica, anda loca y desubicada y como no la dejamos estar a los pies de
Cristo anda de metiche en todos los periódicos y en todas las colonias y en
todas las familias. Y como no la dejamos ser católica e hincarse delante de
Dios ahora, hasta ella, como todo orgulloso, ha fundado su propia religión y se autoproclama “Santa” y cuando antes llevó a los hombres a los
pies de Cristo ahora los lleva a los pies del Demonio.
Otro,
antiguo miembro de la Iglesia es “la
Carne”, también con un lugar privilegiado que le arrebatamos. Si han visto crucifijos
antiguos estos solían tener al pie de la cruz un cráneo; que al igual que la
muerte a los pies de Cristo nos “incomodó” y terminamos por correrlo de la
Iglesia.
¿Qué era ese Cráneo a pie del
crucificado? Era el cráneo de adán, raíz de la salvación, semilla del árbol de
la cruz. Pues la necesidad de ser salvados por Jesús era
precisamente por ser sus hijos, por compartir su carne y sus huesos y su pecado.
También Jesús compartió como hijo de
adán nuestra carne, enferma por la herida original y podíamos ser salvados
por él precisamente porque teníamos la misma “Carne”, todos teníamos como raíz el
mismo hombre, adán, y como hijos de él todos nos parecíamos en lo mismo,
morirnos.
Pero
nos dio miedo pensar que somos de “carne”, nos
ofendió “nacer con pecado” y
corrimos a Adán de la Iglesia con todo y su “Carne”, con su Cráneo y todo
recordatorio de que somos “pecadores”. E Igual que la Muerte, la carne anda
loca y desubicada y en ver de estar donde debería, al pie de la Cruz, anda por
todos lados en las pachangas y en los corridos; la tratamos bastante bien pues
la perfumamos, la vestimos de marca, la llevamos a Restaurantes y de Antro y al
Casino y le regalamos condones y píldoras del día siguiente; y la dejamos que un día sea hombre y otro
día mujer y otro las dos cosas para que no se peleen, pues como es diosa y
reina “es su derecho”.

Volviendo
al inicio ¡Hay que Bautizar la Carne y
la Muerte!: Bauticen su carne y que pase de diosa que todo merece a
sirvienta que también tiene que dar a su Señor, que pase de “Fruto para gozar”
a raíz del “Fruto que no se Pudre”.
Bauticen a su propia muerte corporal y tráigala de regreso a la Iglesia para
que viéndola siempre en el lugar que
merece, después lleve nuestros ojos hacia “Aquel que la ha Derrotado”. †
Qué palabras tan inspiradas.Es verdad. Acomodamos lo que no nos gusta o nos molesta como pobres tontos engreídos que pretendemos ser Dioses. Me encantan sus reflexiones.
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