1 de marzo de 2017

¡Hay que Bautizar a la Muerte!


¡Lo digo en verdad! Necesitamos bautizar de nuevo a La muerte que anda un poco desubicada y se le olvidó su lugar en el mundo y en la Iglesia. Hace tiempo la Muerte Corporal era también fiel y devota feligrés de la Iglesia católica, tan devota que San Francisco de Asís mismo la alaba. La Muerte, tenía un lugar propio en la vida de la iglesia para ella que le daba todo el valor y respeto que merecía. ¿Cuál era ese lugar privilegiado de la Muerte? A los pies de Cristo Resucitado, derrotada y con sus alas y guadaña rotas por tierra.

Pero llegamos la generación de creyentes de Juguetito, “made in china” que a la primera nos rompemos, que todo nos asusta y nos puede, que sólo nos gusta lo bonito y dulzón y nos incomoda lo feo. Y algún innovador entre la bola (seguramente de cura para arriba) pensó: “se ve muy bonito Jesús resucitado, pero ese esqueleto de abajo lo hace ver muy feo, hay que quitárselo”.




Y tanto miedo nos dio pensar en la muerte que sin darnos cuenta terminamos por no pensar nunca en la resurrección. Quitamos a la muerte para que no “estorbara” la resurrección de cristo; pero ¡oh sorpresa!, resulta que había resurrección precisamente porque hay muerte y negarle a la muerte, su privilegio de estar a los pies de Cristo terminó por negar para los que morimos nuestro privilegio de estar con el que Resucitó.
   
 Y ahora la muerte, corrida de la Iglesia católica, anda loca y desubicada y como no la dejamos estar a los pies de Cristo anda de metiche en todos los periódicos y en todas las colonias y en todas las familias. Y como no la dejamos ser católica e hincarse delante de Dios ahora, hasta ella, como todo orgulloso, ha fundado su propia religión y se autoproclama “Santa” y cuando antes llevó a los hombres a los pies de Cristo ahora los lleva a los pies del Demonio.

Otro, antiguo miembro de la Iglesia es “la Carne”, también con un lugar privilegiado que le arrebatamos. Si han visto crucifijos antiguos estos solían tener al pie de la cruz un cráneo; que al igual que la muerte a los pies de Cristo nos “incomodó” y terminamos por correrlo de la Iglesia.

¿Qué era ese Cráneo a pie del crucificado? Era el cráneo de adán, raíz de la salvación, semilla del árbol de la cruz. Pues la necesidad de ser salvados por Jesús era precisamente por ser sus hijos, por compartir su carne y sus huesos y su pecado. También Jesús compartió como hijo de adán nuestra carne, enferma por la herida original y podíamos ser salvados por él precisamente porque teníamos la misma “Carne”, todos teníamos como raíz el mismo hombre, adán, y como hijos de él todos nos parecíamos en lo mismo, morirnos.

Pero nos dio miedo pensar que somos de “carne”, nos ofendió “nacer con pecado” y corrimos a Adán de la Iglesia con todo y su “Carne”, con su Cráneo y todo recordatorio de que somos “pecadores”. E Igual que la Muerte, la carne anda loca y desubicada y en ver de estar donde debería, al pie de la Cruz, anda por todos lados en las pachangas y en los corridos; la tratamos bastante bien pues la perfumamos, la vestimos de marca, la llevamos a Restaurantes y de Antro y al Casino y le regalamos condones y píldoras del día siguiente; y la dejamos que un día sea hombre y otro día mujer y otro las dos cosas para que no se peleen, pues como es diosa y reina “es su derecho”.

Y terminamos por tratar tan bien a la “carne” que hasta se Cree diosa y se volvió incapaz de ofrecer nada a Jesús pero si capaz de pedirle todo como su sirviente. Y por eso sus devotos no la llevan su propia “carne” ya a la Iglesia a dar gloria a Dios, pero si le piden a “Jesús el sirviente” todo lo necesario para que “Doña Carne” viva glorificada. Y el creyente sin la “Carne” raíz de la salvación, jamás podrá ver el “Fruto” de la vida eterna.

Volviendo al inicio ¡Hay que Bautizar la Carne y la Muerte!: Bauticen su carne y que pase de diosa que todo merece a sirvienta que también tiene que dar a su Señor, que pase de “Fruto para gozar” a raíz del  “Fruto que no se Pudre”. Bauticen a su propia muerte corporal y tráigala de regreso a la Iglesia para que viéndola siempre en el lugar que merece, después lleve nuestros ojos hacia “Aquel que la ha Derrotado”. †

1 comentario:

  1. Qué palabras tan inspiradas.Es verdad. Acomodamos lo que no nos gusta o nos molesta como pobres tontos engreídos que pretendemos ser Dioses. Me encantan sus reflexiones.

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