6 de septiembre de 2013

La Misa del fin del Mundo


       Bueno ¿que ha sido del Padre estos dos meses? El primer mes fue el de vacaciones, ver amigos y comer… comer… comer. Luego de ello la parroquia, un mes solito con todas las comunidades, yendo y viniendo, celebraciones de difuntos por aquí, difuntos por allá.

     Mi zoológico local se ha renovado, mi querido perro “pipistrello” paso a mejor vida y también algunos de los gatos, ahora me quedan mi Galatea, la gata negra de 7 dedos por pata, Leovigildo, un gato blanco que duerme boca arriba y también tiene 6 dedos por pata y Atanasio un cachorro de labrador que me regalaron en Mexicali en estos días.

       Por otro lado también ando lastimado de la espalda, Dios me ha castigado por reírme de mis queridas ancianas y gracias a la uracarrana que me hizo un muchacho de arcoíris ahora ando con bastón por unos días como todo venerable anciano jajajaja.


       Y ahora ¿Cómo aconteció la misa del fin del mundo?, es la misa más extrema que he celebrado en mis años de sacerdote jajajajaja. Para empezar era misa de difunto, celebrada en la colonia Villareal, la más recóndita y pequeña de mis comunidades. Llegué a celebrar y vi que había como 50 gentes esperando para misa (el templo es como para 20 gentes apenas) y estaba haciendo un calorón, así que dije a la gente — la misa se celebrará afuera debajo de los árboles de doña Rosy, la vecina.

Cosa curiosa que sucedió, ella tiene columpios en los arboles y estos quedaron a un lado entre el altar y la gente, los niños se subieron a los columpios y desde allí oyeron la misa sin problemas jajajaja. Dieron tan buen resultado creo que instalaré algunos en el resto de las comunidades.

Al iniciar la misa que se nubla y empieza a relampaguear; para la homilía que se suelta el ventarrón y comienza a volar la arena y sacudir los árboles. Se puso todo negro y hasta el ataúd se sacudía de la fuerza del aire (recuerden que estaba celebrando bajo los arboles). Corté la homilía pues el aire era tanto que ni me oían y ya empezaba a llover, y el aire estaba volando todo lo que hallaba mal puesto así que tuve que improvisar para continuar la misa. Primero mandé a Rosy por un paraguas y luego llamé a los 6 hombres más altos y me los puse a un ladito del altar haciendo barrera para que me taparan el aire y Rosy detrás de mí, cubriéndome de la lluvia con el paraguas.

A gritos para que pudieran escucharme fui haciendo las oraciones y al elevar el pan y luego el cáliz, cada vez que los levanté sonó un relámpago jajajajaja, imaginen la escena tan imponente, levantar el cuerpo de cristo mientras cae un relámpago y la tormenta está sacudiendo la vestidura sacerdotal, un imagen muy imponente. Entre todo lo anterior llegué al final de la misa, di las últimas bendiciones al difunto y despedí a la comunidad. Definitivamente una la misa más intensa que he celebrado. Mientras celebraba me vino a la memora el evangelio de cuando el Señor calma a la tempestad, pues mientras acá abajo el viento y el agua nos sacudían, el alma de este hombre entraba a la calma de la vida eterna ¿a qué había que temerle?


Bueno más o menos así me ha ido en la vida parroquial celebrando entre aguaceros en este desierto, hasta pronto. †

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