
Mi zoológico local se ha renovado, mi querido perro “pipistrello”
paso a mejor vida y también algunos de los gatos, ahora me quedan mi Galatea,
la gata negra de 7 dedos por pata, Leovigildo, un gato blanco que duerme boca
arriba y también tiene 6 dedos por pata y Atanasio un cachorro de labrador que
me regalaron en Mexicali en estos días.
Por otro lado también ando lastimado de la espalda, Dios me ha
castigado por reírme de mis queridas ancianas y gracias a la uracarrana que me
hizo un muchacho de arcoíris ahora ando con bastón por unos días como todo
venerable anciano jajajaja.
Y ahora ¿Cómo aconteció la misa del fin del mundo?, es la misa
más extrema que he celebrado en mis años de sacerdote jajajajaja. Para empezar
era misa de difunto, celebrada en la colonia Villareal, la más recóndita y
pequeña de mis comunidades. Llegué a celebrar y vi que había como 50 gentes
esperando para misa (el templo es como para 20 gentes apenas) y estaba haciendo
un calorón, así que dije a la gente — la misa se celebrará afuera debajo de los
árboles de doña Rosy, la vecina.
Cosa
curiosa que sucedió, ella tiene columpios en los arboles y estos quedaron a un
lado entre el altar y la gente, los niños se subieron a los columpios y desde
allí oyeron la misa sin problemas jajajaja. Dieron tan buen resultado creo que
instalaré algunos en el resto de las comunidades.
Al
iniciar la misa que se nubla y empieza a relampaguear; para la homilía que se
suelta el ventarrón y comienza a volar la arena y sacudir los árboles. Se puso
todo negro y hasta el ataúd se sacudía de la fuerza del aire (recuerden que
estaba celebrando bajo los arboles). Corté la homilía pues el aire era tanto
que ni me oían y ya empezaba a llover, y el aire estaba volando todo lo que
hallaba mal puesto así que tuve que improvisar para continuar la misa. Primero mandé
a Rosy por un paraguas y luego llamé a los 6 hombres más altos y me los puse a
un ladito del altar haciendo barrera para que me taparan el aire y Rosy detrás de
mí, cubriéndome de la lluvia con el paraguas.
A gritos
para que pudieran escucharme fui haciendo las oraciones y al elevar el pan y
luego el cáliz, cada vez que los levanté sonó un relámpago jajajajaja, imaginen
la escena tan imponente, levantar el cuerpo de cristo mientras cae un relámpago
y la tormenta está sacudiendo la vestidura sacerdotal, un imagen muy imponente.
Entre todo lo anterior llegué al final de la misa, di las últimas bendiciones
al difunto y despedí a la comunidad. Definitivamente una la misa más intensa
que he celebrado. Mientras celebraba me vino a la memora el evangelio de cuando
el Señor calma a la tempestad, pues mientras acá abajo el viento y el agua nos sacudían,
el alma de este hombre entraba a la calma de la vida eterna ¿a qué había que
temerle?
Bueno
más o menos así me ha ido en la vida parroquial celebrando entre aguaceros en
este desierto, hasta pronto. †
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