21 de septiembre de 2012

"Dime a que Santo le rezas y te diré que tipo de fe tienes "


 Nota: Antes que nada hay que hacer una advertencia, lo que busco en el articulo no es desacreditar ningún santo, sino las maneras erróneas de relacionarnos con ellos y de orarles.

Sin duda una de las devociones más profundas y arraigadas en la tradición de los fieles católicos es la de la intercesión de los Santos, que suele siempre manifestarse en la confianza o relación especial con algún santo que nos inspira fe, confianza o ejemplo de una manera especial. Sin embargo como toda relación de amistad y confianza no está exenta en ocasiones de caer en errores o vicios. Por eso enumerare distintos tipos de manera de relacionarse con los santos que iluminan como debemos o no debemos dirigirnos a ellos.

El primer ejemplar que podemos encontrar, y creo también tristemente el mas abundante es el de la Fe Mágica, este tipo de personas suelen recurrir a los santos solo para obtener favores o milagros, que si una enfermedad, trabajo, o cualquier eventualidad conde el santo como cajero automático con una oración nos soluciona toda la vida y nos realiza todos los milagros necesarios en la vida. Este tipo de creyentes suelen ser devotos de la Virgen de Guadalupe y de San Judas Tadeo (también san Charbel les ha hecho competencia últimamente). Pero no por una fe profunda, generalmente esta fe suele ser hereditaria, creen porque su mama o su abuelita creía y ya; y aborregada, creen en ellos porque son los que todos dicen que son muy milagrosos. Sin embargo no conocen nada de la vida ni de la historia de dichos santos, solo saben que les rezas y hacen milagros. Estos también pueden tener fe perfectamente al santo sin creer o frecuentar nunca la Iglesia.

El segundo ejemplar suelen caracterizarlo personas que no tienen la mínima intención de llevar una buena vida, al contrario, la devoción a un santo les puede “bendecir” o “permitir” las peores atrocidades porque le tienen “fe”. Aquí se hallan todos los narcos, rateros, delincuentes (también de cuello blanco), y demás irreflexivos y ciegos que piden a los santos “aprobación” para sus atrocidades, esta es la Fe de Alcahuete o de hipócrita. En esta suelen tener seguidores de nuevo san Judas Tadeo, la Virgen de Guadalupe y otras falsas devociones como malverde y la “santa” muerte. Siento decirles, Dios jamás ni directamente y por santo alguno aprobara el crimen ni el daño al prójimo.

            A estas les sigue la Fe Devota de tantas personas que de verdad buscan a los santos como protectores e intercesores de nuestras vidas, pero sin olvidar que la oración siempre debe ir acompañada de nuestro esfuerzo y nuestra obras. Abarca multitud de santos, encabezando los dos arriba mencionados también, esta fe es digna de ser enseñada y propagada pues conserva vida la llama del espíritu y mueve a una verdadera conversión.

            Hay todavía un cuarto ejemplar que es la Fe Ausente, suele abundar en las generaciones mas jóvenes, en ocasiones también el los miembros de grupos juveniles: se caracteriza por que no se le siente apego a ningún santo en especial, se sabe que existen, los han visto pero hasta allí. Muchos podemos hallar aquí que perseveran en algún grupo sin frecuentar a los santos, es triste, siguen a Jesús sin admirar a los que los siguieron antes que nosotros.

            Por último hallamos a aquellos que no tienen al santo por fábrica de milagros o alcahuete para sus pecados, son aquellos que se admiran de los santos no por cuantas curaciones han realizado, sino por el ejemplo que nos dan con su vida; tratan de conocer la vida, hechos y hasta memorizan frases del santo para inspirarse en el. Estos tienen una Fe de Ejemplo o Admiración, con solo le tienen fe, sino que admiran al santo, no al de yeso, sino al de carne y hueso que le costó y lucho para alcanzar la vida de santidad. Dios nos conceda más creyentes con este tipo de fe.

            Como despedida, no busquemos a los santos como protección mágica, sino como ejemplos en el camino que deseamos seguir, que no los admiremos por “milagrosos”. Que nos dejemos admirar por ejemplo: de la humildad de San Francisco de Asís; la mansedumbre de San Francisco de Sales; la amabilidad de San Juan Bosco; la sabiduría del Cura de Ars; la pureza de Santa Clara o el buen humor del Beato Agustín Pro.

Hasta pronto y recuerden: “Dime a que Santo le Rezas y te diré que tipo de fe tienes”

1 comentario:

  1. Faltó mencionar a San Antonio, tan venerado por las solteras y las distraídas que todo pierden ;)

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