19 de octubre de 2009

La Iglesia está fundada sobre piedras débiles



En ocasiones cuando veo las imágenes de los santos tan majestuosas y representando los momentos más heroicos de sus vidas me viene la impresión de que la iglesia estuviera hecha para hombres virtuosos y que intuyen profundamente las cosas de la fe. Sin embargo recordando lo que ha sido realmente la vida de los santos me viene el alivio de que fueron hombres como nosotros, que cayeron, que pecaron y que también sufrían los golpes de la vida cotidiana.

Me gusta sobre todo pensar en los apóstoles, por ser los cimientos de la iglesia. Uno pensaría que fueron desde el principio hombres sabios, piadosos y llenos de valor, pero no. Para nuestro consuelo, fueron hombres que al igual que nosotros tuvieron miedo de seguir a jesús, que no entendían y que les costaba aceptar todo lo que el les decía. Que dudaron y que sintieron ganas de tirar la toalla.

A veces quisiéramos una Iglesia perfecta, donde nadie fallara, dirigida por hombres perfectos y donde los miembros (todos, no solo los sacerdotes) dieran un ejemplo intachable de lo que creen. Sin embargo Dios fue mas sabio, ¿Quién pudiera pertenecer a una iglesia creada para los hombres perfectos? De esos no existimos y Jesús lo sabia. Por eso decidió fundar su iglesia sobre piedras débiles, con defectos, para que todos los demás, no menos defectuosos pudiéramos sentirnos acogidos en ella. Ya se lo decía él a los Fariseos que le exigía perfección: “no son los sanos los que necesitan del médico”.

Veamos sobre todo a la piedra en la que Jesús fundó su iglesia, Pedro, un hombre impulsivo, que hablaba sin pensar, que negó conocerlo (cosa que ni siquiera judas hizo), que dudó de las mujeres que le decían que había resucitado. Un hombre que quiso (por cariño es verdad) corregir hasta a Jesús por hablar de la pasión. Sobre este hombre débil fundo la iglesia, para que tanto él como nosotros supiéramos que lo que hace fuerte a la Iglesia (y a nosotros) no son nuestras cualidades, sino la promesa de Jesús de estar con nosotros hasta el fin de los tiempos. Y sobre la promesa que le hizo personalmente a Pedro (y sucesores) de que el infierno no prevalecería sobre él.

De igual modo los demás apóstoles tenían sus “detallitos”, quien dudaba de la resurrección, quien pedía su “hueso” de sentarse a la derecha de Jesús, quien no entendía la pasión y hasta quien le robaba dinero y lo entregó y quien apartaba a los niños de jesús, pero sobre ellos dejó la iglesia para que fuera accesible a todos y no solo a los intachables.

Pero el mérito de pedro, y de los demás apóstoles es que a pesar de los defectos lo seguían, lo amaban. Fallaban pero allí seguían, huyeron, pero regresaron. Esto es lo que debemos aprender de ellos, a no tener vergüenza a seguirlo aunque le fallemos a veces, el no nos abandonara por que caigamos. Por eso felices los que seguimos a Dios porque no son nuestras fuerzas las que nos sostienen.

Por eso, nada de que “se quema la iglesia si entro al templo” que Jesús nunca se quemo por tocar endemoniados, prostitutas y leprosos y eso que es mas santo que todos los templos del mundo juntos (incluido el vaticano). Acerquémonos, Jesús fundo la iglesia precisamente para los que somos débiles, para los que sufrimos de los defectos y de los pecados cotidianos (propios y ajenos). La Iglesia está fundada sobre piedras débiles, para que pueda seguirse construyendo con más piedras débiles.

1 comentario:

  1. Exelente opinion, Dios proteja y cuide tu vocacion. Paz y bien Alvaro!.. :P

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