En mis primeros años como sacerdote no me atrevía a tenerla, pensando que un buen padrecito siempre tiene que estar temprano en su casa, pero debo confesar que conforme pasa el tiempo se vuelve cada vez más importante en mi vida tener una frecuente vida nocturna. Ya con unos años de sacerdote encima, doy fe de que no hay vida sacerdotal sana que no tenga sus buenas dosis de vida nocturna.
Pero como podrán ya suponer, antes
de que se infarten los sanedrines, la vida nocturna del sacerdote es distinta a
la del mundo. Es toda esa labor pastoral que de manera espontánea o por bien de
las almas termina dándose de manera más natural (y fructífera) en la noche. No la
inventé yo, la inauguró Nuestro Señor Jesús cuando recibió a Nicodemo y cuando
pasaba la noche en oración.
Entonces, esa vida nocturna que
llena de fuerza, de sentido la vida del sacerdote se presenta de muchísimas maneras:
las más obvias y frecuentes son las celebraciones de exequias por los difuntos,
acompañar a las familias en esos momentos; aunque sea tarde en la noche o muy
de madrugada, nunca dejar sin acompañar a esas familias. Me ha tocado muchas
veces iniciar exequias a las 11:00 pm o a las 6:00 de la mañana.
Otra actividad nocturna es ver
enfermos y moribundos, mi consejo es siempre mejor ir tarde que al día
siguiente, es duro saber que falleció una persona sin sacramentos porque
dijimos “voy mañana”. Me ha tocado andar en el hospital en la madrugada o salir
a ver enfermos graves a colonias “bravas” y terminar viendo a muchos enfermos cuando
sólo iba por uno.
Creo que el caso más hermoso que he
vivido en esta línea es una persona desahuciada de cáncer, sin bautizar, que había
sobrevivido 6 veces antes al cáncer. Me pregunto por qué Dios le permitió
sufrir tanto esa enfermedad; yo le conteste que porque en dureza de corazón
nunca buscó a Dios en su dolor y le permitió vivir hasta ese día para morir
como hija suya. Pese a lo que muchos creerán, mi respuesta la puso muy feliz.
Duré varias horas con ella dándole una versión
condensada del catecismo, le pregunté si quería morir como hija de Dios, dijo
que sí y la bauticé; murió feliz a los pocos días, me dijo su hija, oyendo el
rosario. De día mil cosas, el celular,
la oficina, la parroquia, las juntas, etc., no me habrían permitido lo que pude
hacer durante la noche. Dichosa vida nocturna.
Otros tipos de vida nocturna, son: pasar la noche con Nuestro Señor, llevar alimento y cobijas o aliento a los pobres y vagabundos, acompañar a la gente de su comunidad en sus funerales, no solo en el ritual.
El mundo laboral es tan duro que hay personas a las que resulta todo más fácil en la noche, si uno está dispuesto; me ha tocado bendecir casas a las 9:30 de la noche, con tal de que este toda la familia. Una vez hice presentación matrimonial a las 9:00 pm porque sólo a esa hora podían los novios sin quemar otro permiso del trabajo.
Hasta aquí algunas muestras de lo fecunda que puede
ser la noche para un sacerdote, me atrevo a decir que hay algo en la noche que
hace que el alma este más dispuesta a Dios, así como el alma de Nicodemo. La noche
entregada a Dios de esta manera, enciende y fortalece el alma del sacerdote
cuando está dispuesto a ella. No es buscar deliberadamente que todo sea estas
horas, simplemente estas disponible cuando el espíritu y las almas nos llaman a
esas horas, como el amigo que pedía tres panes.
El espíritu aleteaba en las tinieblas para dar luz a
la creación del mundo, que no temamos a la noche para ser luz que de vida a
muchas almas para Cristo. Amén.